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Freeman Dyson |
Freeman Dyson se las inventó, los astrofísicos las odian, el SETI las busca, los trekies las adoran y los lectores las aclaman. Son las “Esferas de Dyson”, con mayúsculas, porque así son ellas, gigantescas, descomunales, tan enormes que las matemáticas les temen.
¿Por qué hay tan pocas historias con una esfera de Dyson como escenario protagónico? Porque son estructuras “casi” imposibles desde el punto de vista de la ingeniería. ¿La razón? Tamaño, tensiones, gravedad y todos esos conceptos incómodos.
Pero algunas de ellas son posibles, al menos en aproximación. Pero antes de seguir, pegaré la definición de Wikipedia al respecto, no muy larga eso sí, porque a pesar de todo el asunto tiene tela por cortar.

Aunque el mérito se asocia a Freeman Dyson una idea similar fue propuesta en 1937 en una obra de ficción (Hacedor de estrellas de Olaf Stapledon). Dyson no entra en demasiados detalles sobre la construcción de tal megaestructura, pero sí discute sobre las propiedades térmicas de tal ingenio, de modo que sugiere a los astrónomos buscar tales características en cuerpos celestes y así detectar civilizaciones extraterrestres avanzadas.”
Aquí el link: Esfera de Dyson en Wikipedia.
En resumen, la Esfera de Dyson viene en tres sabores: enjambre, burbuja y corteza. Lamentablemente, solo las dos primeras son aceptadas por los científicos, porque no implican mucho lío en su concepción. Se trata de objetos ubicados en una órbita estacionaria que absorben la energía de la estrella local, aprovechando casi el total de esta. ¿Y por qué digo “lamentablemente”? Porque son dos ideas aburridas, menos evocadoras que la mágica “Corteza de Dyson”, en la que la superficie interna del cascaron hierve de océanos, continentes y montañas, permitiendo que una civilización tenga tanto espacio disponible para expandirse, que la búsqueda de otro sistema estelar suene como un chiste de mal gusto. Los aficionados a este modelo de Esfera de Dyson recordarán de inmediato al episodio “Reliquias” (Relics) de la serie Star Trek: la nueva generación, en la que la nave Enterprise se adentra en una Esfera de Dyson abandonada por sus habitantes debido a problemas de estabilidad en el sistema esfera-estrella.
Esa es la imagen de Esfera de Dyson que todos queremos ver. Esa es la imagen de un mundo fabricado a medida, el ideal energético de una Civilización Tipo II según la escala de Kardashev. Sin embargo, y pese a lo maravilloso que parece un escenario como este, pocos escritores y directores se han animado a usarlas en sus universos.
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Pantallazo del LCARS ideado por un artista de Deviantart. |
¿Por qué?
Supongo que “miedo al ridículo” es la primera respuesta. Los fanáticos de la ciencia ficción “dura” no las toleran, y sacan sus calculadoras de inmediato para refutarlas… luego van a ver la última película de “Avengers” o “Superman” y la disfrutan… ¿Alguien los entiende?


Invito a los valientes a recordar a las Esferas de Dyson, porque ellas plantearían escenarios fantásticos, dignos de buenas historias.
Les dejo un escrito de Jorge Balej sobre el asunto, que siempre me ha servido como referencia.
Pienso que no sería loco para una civilización alienígena construir una esfera de Dyson, puesto que equivaldría a tener una batería de energía de fusión inconmensurable y casi inagotable. Es más, podrían usarla como un capacitador astronómico para abrir puertas en el tiempo y acortar distancias intergalácticas.
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