II
En esos
días, el presidente de La Grancolombia, Eduardo Santos, estaba en pugna contra
la gente del estado de Venezuela, quienes buscaban independizarse del País. El
tema estaba en el aire y no muchos estaban de acuerdo en ceder territorio a los
belicosos venezolanos, quienes deseaban fervientemente convertirse en un país
hecho y derecho. Sin embargo, existía una separación muy notable entre el
estado de Boyacá y el estado de Venezuela. Se trataba de una zona oscura
llamada “Apure”, difícil de sortear por tierra pues su actividad feérica era
una de las más intensas del mundo. Infinidad de seres y portales dimensionales
poblaban esta zona, y el peligro de atravesarla la convertía en una frontera
natural que dividía el norte de la Grancolombia en dos mitades. Esta zona
oscura constituía el principal argumento de Venezuela para luchar por su
separación. Increíblemente, esta región tan rica en especímenes feéricos, nunca
fue el objetivo de la Universidad de Miskatonic.
La
Grancolombia poseía tres zonas oscuras, lo que la convertía en uno de los pocos
países con tanta actividad feérica. Algunos eruditos consideraban que el choque
entre las tres placas tectónicas tenía mucho que ver en esto. La primera zona
era la ya mencionada del Apure, la segunda el Centro del Cauca y la ultima el
Norte del Azuay. La expedición de la Universidad de Miskatonic en 1928 se había
llevado a cabo en la segunda zona: el Centro del Cauca. Esta demostraba una
actividad no solo anormal, sino más bien diabólica. Varios eruditos de
Miskatonic concordaban en que posiblemente allí había un portal similar al
hallado tiempo atrás en la Antártica. Si esto era cierto, los humanos alguna
vez podrían viajar a una dimensión paralela a la nuestra, la que algunos
conocían como el “reino de R’lyeh”.
El
centro del estado del Cauca era una zona prohibida. En su periferia había
varias guarniciones militares que impedían el tránsito aéreo o terrestre por la
zona. Sin embargo, cazadores furtivos se sumergían en aquellas junglas para
atrapar pequeñas hadas para venderlas en el mercado negro. Estas abundaban en
los costados del enorme río Atrato, pero también otros seres maléficos y
peligrosos que no estaban bien catalogados. Algunas sirenas de agua dulce
habían matado a campesinos descuidados y se sabía de bichos cuyas emisiones
sonoras habían hecho estallar la cabeza de más de un cazador. El río era un
motor eficiente de leyendas y mitos. Y Miskatonic deseaba descubrirlos todos.
Durante
la primera expedición en La Grancolombia, Miskatonic había descubierto que
algunos de los seres endémicos de la zona eran irregularmente fuertes. Los
Mohani, las Madres de Monte y las Madres de Agua tenían rasgos que no
concordaban con la fauna feérica conocida y según las recopilaciones hechas en
la región, los rasgos indicaban una procedencia transdimensional que merecía
más estudio. Para develar el misterio se enviaron dos equipos, uno compuesto
por arqueólogos y otro por especialistas feéricos. El primer equipo se separó y
se trasladó a la laguna de Guatavita, Estado de Cundinamarca, de donde se
originaba la leyenda del Dorado. El segundo viajó a la zona denominada Quibdó,
en el centro del Estado del Cauca. Este último envió varios ejemplares muy
valiosos de hadas venenosas de selva húmeda que no se conocían y cuyo rasgo
particular eran los tentáculos que reemplazaban a las extremidades. Estas hadas
ápteras deambulaban entre la maleza y rara vez se dejaban ver, pero hallar una
de ellas por accidente significaba una muerte segura, ya que su agresividad y
su cuerpo carente de alma las convertían en peligrosos rivales. También se
hallaron crías de un ser desconocido en dos lagunas de la región, las cuales
aun están sin identificar. Nuevamente se trata de seres con rasgos de
cefalópodo que merecen más estudio.
Otro
espécimen hallado en la región y que lamentablemente solo se conserva en las
fotos que alcanzaron a enviar los científicos en el primer y único embarque,
era el cadáver de un “Obispo de mar”, ser intelectualmente compatible con los
humanos, pero cuyos rasgos ictiológicos lo convertían en una amenaza para los
campesinos de la zona quienes armaban absurdas cacerías para eliminarlos. Uno
de estos seres había entablado contactos con científicos rusos años atrás y les
había mencionado a la ciudad de R’lyeh. Fue quien explicó el origen
transdimensional de los “ictios” de R’lyeh. Aun no se establecía si la fauna
feérica de todo el mundo tenía su origen en esa dimensión pero muchos creían
que sí. Más adelante descubrirían que cada planeta tiene sus propios seres “elementales”
y que no siempre son compatibles interdimensionalmente.
La
emoción de Miskatonic ante estos descubrimientos pronto se vería nublada por la
desaparición de los científicos que participaron en la expedición. Solo
sobrevivió un Capitán de Navío llamado Rafael Umaña.
Este
hombre había logrado salir de la espesura con horribles heridas que poco a poco
consumían su vida. Sin embargo, y afortunadamente para él, sobrevivió hasta
saber que no moriría en soledad. Fue rescatado por la primera comisión en 1929
pero no pudo ofrecer ninguna explicación coherente ni dar ningún detalle de la
expedición. Cayó en coma y murió presa de horribles convulsiones.
Los
eruditos grancolombianos decidieron cerrar la zona. Sin embargo, en Miskatonic
deseaban una revancha. Pasaron diez años hasta que el gobierno grancolombiano
finalmente aceptó una nueva expedición a la zona, la cual tenía dos objetivos:
el primero era descubrir el destino de la primera expedición. El segundo,
completarla. Esta vez contarían con nuevas tecnologías para garantizar la
seguridad de todos. Y también debían contar con la participación de gente con
experiencia en la zona.
Se
había elegido a John Radek como primer miembro de la comisión. Él estaría
encargado de establecer contactos con el gobierno, recibir los equipos,
contratar al personal asistente y organizar la expedición. Sin embargo, había
un problema gigantesco: nadie sabía por dónde empezar, la única persona que
había sobrevivido estaba enterrada en una tumba y no había revelado nada antes
de su muerte.
Radek
debía lograr un contacto con Umaña a toda costa, aun si el precio implicaba que
los eruditos de Miskatonic aceptaran las abominaciones del desaparecido Herbert
West.
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