Bueno, se logró. “Gané” mi diploma por haber participado en
esa locura del NaNoWriMo versión 2016.
Mi obra se llama “PowerPlus: El diablo sobre ruedas” y tardé veinte (20)
días en lograr el primer borrador.
Este es mi diploma, convertido a PNG. (Lo que llega es un
PDF editable, en el que pones tus datos):
Supongo que más que sinopsis o comentarios sobre el
contenido de la novela, lo que importa en este caso es cómo logré escribir más
de cincuenta mil palabras en menos de un mes, objetivo primario del concurso.
En mi caso particular, quise exigirme al máximo, por ello,
mi promesa era escribir sin tener un argumento claro, así que solo arranqué con
una idea que alguna vez tuve sobre una historia relacionada con deportes y
pactos diabólicos al estilo del Doctor Fausto. Esperé con paciencia, sin
escribir nada al respecto durante el mes de octubre, ni siquiera una lista de
personajes. Sin embargo, el cerebro –presionado como nunca- trabaja sin
descanso, sin que puedas detenerlo. Así que, a pesar de mantener mis manos quietas,
en mi mente ya se dibujaba un argumento, una trama y tal vez hasta un final. Mi
cerebro y yo discutimos bastante, y mientras yo me distraía con otras cosas, él
seguía pintando escenas y conflictos.
Por fortuna para mí, Octubre fue un mes difícil desde el
punto de vista laboral. La empresa para la que laboro comenzó un trámite que
daría con el despido de un montón de gente, y se suponía que yo estaba en esa
lista. Mezclen la presión de una competencia literaria de resistencia y el
miedo a perder el empleo, y tendrán una sopa fabulosa que no ayuda para nada a
escribir.
El treinta y uno de octubre estaba nervioso, ya me había
inscrito en el grupo de Facebook y también en el de WhatsApp. Como siempre, te
imaginas que los demás son mejores que tú, que tienen mejores ideas, con mayor
experiencia… y sabes que todo eso es ABSOLUTAMENTE CIERTO… Escuchas que la
gente se prepara con listas de música, con chocolate, con actividades
diferentes a escribir, que hacen yoga, que se ponen piedras calientes en la
espalda, que acomodan el escritorio alineándolo con Júpiter y Saturno, que
evitan las comidas grasosas –o que aumentan su consumo-, que clausuran su vida
sexual –si la tienen-, o que se van a retiros espirituales o que tienen una
caverna en algún paraje lejano para escribir en calma…
¿Y yo? Acostumbrado a escribir ante un escritorio de oficina,
con mi teclado de siempre, mi pantalla grandota… y nada más… ¡Me sentía como el
perdedor más grande del mundo! Me tiraba del pelo, caminaba de un lado a otro…
y a la vez leía como todos se preparaban, tenían listas, hojas de Excel repletas
de escenas, personajes y cronologías. En la página de Facebook leía que tal
cual ya tenía lista la magia, que tal otro había dibujado un mapa, que Zutano
tenía listas las especies o que Fulano había armado los reinos…
¡Demencial! ¿Cuánto tiempo había perdido? Yo solo sé
sentarme ante mi pantalla y escribir… en el escritorio solo tengo un mug para
mi café, y nada más… ¡Ni siquiera una estampita de la virgen!
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Aquí es donde escribo... ya me toca cambiar... |
Y el primero de noviembre llegó. Arrancó temprano, como
cualquier carrera de “trail running”, la gente celebró, arrancó a teclear y a
beber gaseosa, té helado, licor y comer barras de chocolate. Yo, por mi parte,
me serví café y comencé a elaborar una lista de personajes –siempre empiezo por
ahí-. Los nombres me parecen fundamentales, así que dediqué una media hora a
este asunto. Luego enmarqué la historia en los años veinte, en Boston, Massachusetts,
así que tuve que googlear por imágenes de esa ciudad en aquella época.
Y luego, a eso de las siete de la mañana, comencé a
escribir. Sé que tenía la mirada triste, porque imaginaba que mientras yo
apenas empezaba, otros ya debían estar pensando en la portada…
Seguí en calma. Para el mediodía tenía en mi cuenta más de
dos mil palabras –muchas más, pero no diré cuantas-, y decidí parar. Mi meta
diaria es justamente de dos mil, y cuando llego a esa marca me tranquilizo.
Hice un cálculo breve, y a dos mil por día, tenía que lograrlo.
Dediqué la tarde a la portada y a trabajar un poco…
Los días 2, 3 y 4 fueron lo mismo, y creo que sumé más de
diez mil palabras.
Entonces, todo se fue al carajo. La empresa colapsó, y la
siguiente semana fue una locura de despidos y conflictos sindicales. Yo no
firmé, porque mis jefes decidieron contar conmigo para apagar las luces. Pensé
que la semana iba a continuar como si nada, pero la verdad es que no pudimos
trabajar en forma. Nos enviaron a casa, a esperar ordenes… y yo pude aprovechar
para escribir en la calma e intimidad de mi hogar… bueno, solo si mi perro me
lo permitía, y la cantaleta de mi esposa me daba espacio.
Para el quince de noviembre había superado la meta. Y
terminé el veinte de noviembre, con más se setenta mil en mi cuenta. Tuve tiempo
de leer mi borrador, de corregir estilo y ortografía y el veintidós de
noviembre se lo pasé a mi primera lectora: mi adorada esposa.
¿El resultado? Pues que no le gustó… la historia es sobre un
joven motociclista que en los años veinte debe recurrir al diablo para hacerse un
nombre en el hall de la fama del mundo de la velocidad, y para ello le arruina
la vida a un montón de gente. A mi esposa no le llama la atención el mundo
deportivo, y mucho menos las motos, aunque el trasfondo de la historia le
pareció interesante. Su declaración fue: “Interesante, bien contada, pero no es
mi genero…”.
A mí, la historia me parece buena, aunque debo reconocer que
puede ser algo predecible, aunque el final te deje boquiabierto. La revisaré
más adelante, porque una cosa es segura: va a publicarse en Amazon, esa es una
promesa. Me vale hongo que no se venda, es mi primera novela NaNoWriMo, y
quiero presumirla.
En resumen: no me pareció tan complicado, pero entiendo que
no es una competencia fácil. Eso debe quedar clarísimo.
Dos cosas debes tener en cuenta antes de decidirte a
participar: la primera es que si te gusta escribir, si es tu pasión y eres
disciplinado, cincuenta mil palabras no son nada. La segunda, y la más
importante, es que lograr una novela de cincuenta mil palabras no te convierte
en un buen escritor. De hecho, puede llegar a ser contraproducente, porque en
esto de las letras, cantidad no es equiparable a calidad. Ojo con eso. En mi
caso particular, debo reconocer que mi obra no es, ni pretende serlo, un
producto de calidad. Es un cuento largo, incluso entretenido; pero está escrito
sin preparación, y al final eso se refleja. Sé que mi esposa quedó
decepcionada, y que a diferencia de otros de mis libros, no va a leerlo por
segunda vez. Ella es una dura crítica, y he aprendido a reconocer cuando uno de
mis productos en verdad la enamora.
¿Volveré a participar? Sin duda, pero no con tanto
entusiasmo, sino como ejercicio literario. Y la próxima, si sale mediocre, no
la pienso publicar.
¿Mis recomendaciones? Aquí van:
-Dejen tanta bobada y preparación, el escritor no necesita
de planes para escribir. Sus herramientas son un cerebro despierto, una tenue
idea, manos agiles y algo en qué escribir.
-Busquen ideas y anótenlas. Siempre anótenlas. ¿Odias el
papel y el bolígrafo? Excelente, usa el block de notas de tu Smartphone y
escribe ideas. Ideas hay en todos lados, Stephen King dice que los escritores
son como arqueólogos, que desentierran ideas de cualquier hueco.
-Escriban a diario, sin importar si es noviembre o enero, o
marzo o agosto. Me molestó eso de oír que algunos escribían un párrafo diario
por falta de tiempo. Yo trabajo como ingeniero de sistemas en una siderúrgica,
y lo que menos tengo es tiempo. Pero en lugar de perderlo charlando o mirando
al vacío, me la paso escribiendo. Es fantástico, porque todos creen que te
matas trabajando, cuando lo que en realidad haces es pintar universos. Tiempo
para escribir SIEMPRE hay. El que diga que no, es porque ama procrastinar. Si
eres escritor, entones AMAS escribir.
-Escribe en donde sea… ya no hay excusa. No me voy al
extremo de pedir que escribas en un cuaderno, sé que los mejores usan papel y lápiz,
pero considero que la tecnología debe aprovecharse, y si careces de laptop,
seguro que si tienes Smartphone, y ahí puedes escribir. En lugar de mandar
mensajitos de Whatsapp, escribe historias… ¡Fácil!
-Por último: escritor es todo aquel que escribe. Sencillo.
No tienes que ser un bestseller o un premio Nobel para ganarte ese título.
Tampoco necesitas publicar. Solo necesitas ESCRIBIR.
-¿Eres buen escritor? ¿Eres mal escritor? La pregunta no es
esa, la pregunta es: ¿A quién le importa? Tú solo escribe, y disfrútalo, crea
universos, crea y vive otras vidas, eso es lo que hacen los escritores.
Es todo… tal vez me pasé de soberbio, lo siento. Perdón por
eso…