sábado, 11 de febrero de 2017

Regreso a Capelli, la novela que me hizo escritor


Mi décima novela, mi novela más querida, y la que considero me ha otorgado el título de “Escritor”.

"Qué falta de modestia", dirán ustedes, pero sigo siendo Indie, y eso no cambiará pronto, lo sé, así que… ¿Cuándo iba a auto declararme escritor?
Primero dije que una vez que tuviera cinco libros publicados en Amazon, pasaría a llamarme a mí mismo “escritor”, pero pasé por el sexto… el séptimo… y seguía temeroso. Fue luego de escribir “Regreso a Capelli” que entendí que algo de talento debo tener para esto de la escritura.

Sucedió una tarde de viernes, yo regresaba de trabajar… abrí la puerta, saludé a Lorenzo… y encontré a mi esposa llorando a mares. ¿Qué pasó?, pregunté… y la respuesta fue: “¿Cómo hiciste eso?”.

Ella se refería al final del libro. La calmé, le expliqué que algunos finales son así, y luego salimos a caminar.  Y en la calle seguía llorando, seguía reclamándome y llamándome al orden. Pero entre sollozo y sollozo, me dijo que era mi mejor novela.

Esa tarde nací como escritor… y eso que llevo escribiendo desde muy joven… mi primera publicación ocurrió en 2012… pero he debido esperar a 2016 para autoproclamarme.

Sí, me encanta la historia de Oliver Rush, comandante de espacio profundo, ingeniero planetario y protagonista de la novela. Al principio no creí que valiera la pena, pero las lágrimas de mi mujer me demostraron lo contrario.

Comencé a escribir las primeras páginas a finales de 2015, pero me detuve para concentrarme en los proyectos de la oficina. Retomé en enero de 2016 y luego seguí en marzo, durante mis vacaciones en San Andrés islas, escribiendo en el balcón del Hotel Sunrise en las madrugadas.

Pero estoy hablando de más, vamos con la historia. Aquí narro las vida de los colonos del planeta Capelli, un mundo del espacio profundo –a más de mil años luz de la Tierra-, que ha sido terraformado siglos atrás, pero cuya colonización tiene un revés al caerse una de las naves generacionales que llegan a poblarlo. Esto acaba con las comodidades de los colonos, quienes pierden una estación orbital tipo “Campbell”, que establece la plataforma para las comunicaciones cuánticas con otros sistemas habitados. Así se ven obligados a enviar a un grupo de niños a la colonia de Nueva Gaia, a cientos de años luz de Capelli, donde Oliver va a formarse como marine espacial e ingeniero planetario. Pasa quince años fuera del hogar, y tiene cientos de aventuras a bordo de naves FTL “Faster Than Light”, pero luego regresa, porque su misión es terraformar a Kareti, el segundo planeta habitable hermano de Capelli.

Pero todo cambia, porque a su regreso, no solo encuentra a un bucólico Capelli, que gusta de su atraso tecnológico, sino que además se encuentra con Linka, su hermana adoptiva, que también ha crecido, convirtiéndose en una belleza que lo hará fantasear y mandar al traste todo eso de la terraformación.

Es una novela repleta de romance, con un final muy peculiar, que fue el que logró arrancarle tantas lágrimas a mi esposa.

La portada… fue un lío… encontré cientos de parejas hermosas en Pixabay, pero ninguna cumplía con los caprichos de mi esposa –que me respiró en el cuello durante el desarrollo-, así que tuve que contentarme con siluetas… ¿Han visto lo útiles que son? 

La dedico a todos aquellos que alguna vez se han enamorado de verdad, y que se han pasado las noches soñando, fantaseando y sonriendo como idiotas.


¡Ah, el amor! ¡Cómo nos gusta el amor!

Aquí el link:


Los dioses de Astarté: novela ambientalista, del universo Cromwell

Esta idea surgió de una pequeña viñeta en una revista "Muy interesante", a la que soy adicto. Fue un comentario sobre un proyecto arquitectónico ganador del concurso eVolo del año 2015. Aquí hay información al respecto: 


Me llamó poderosamente la atención, se llama Essence, y es un mega-edificio que se ha diseñado para emular once paisajes naturales dentro de su estructura. 

Ahí me atacó la destellante pregunta: ¿Y sí...? 

¿Y si un edificio como ese se hiciera realidad? 

Así fue como llegaron a mi mente Zarina, Darren, Jim y Janeth… los protagonistas de la historia. Pero, ¿cómo se construye un edificio como este? ¿Qué pasos hay que dar? ¿Cuánto tarda?

El edificio que inspira
la novela
Por fortuna, el universo conspira, y a principios de 2016, cuando esta historia se engastó en mis neuronas, yo estaba cursando un diplomado en Gerencia de Proyectos bajo el estándar PMi. Curioso, ¿no? Pues mientras los profesores hacían de mí una máquina elaboradora de proyectos, yo aprovechaba sus enseñanzas para planear la construcción de un edificio vivo, que albergara un montón de biomas en su interior, pero que no fuera para albergar personas, sino animales y plantas. Eso me llevó a encontrar el escenario: sur de Luisiana, a mediados del siglo XXI, con Gaspar Cromwell en el centro de todo.

Así se construyó Astarté, y así aprendí lo valiosa que resulta la arquitectura. La novela se llama: “Los dioses de Astarté”, y aunque el protagonista es el edificio, son las aventuras y desventuras de los encargados de erigirlo y llenarlo las que llenan las páginas del libro.


 
A lo largo de su construcción, veremos a una joven arquitecta llamada Zarina, cuya soberbia la lleva a ganarse un premio muy codiciado en el mundo tecnológico de la época. Esto no solo le da prestigio, sino que la pone en la cima de una gran compañía –después de aguantar hambre y miseria-. Pero su éxito y su fama le sirven de poco, pues ha olvidado lo que es el amor, y lo divertido que es vivir enamorado. A sus treinta, está sola, y la vida amenaza con convertirla en una mujer terriblemente amargada.
La diosa Astarté, la de la
vida y la fertilidad... entre
otras cosas... 

Por otro lado, tenemos a Darren, un joven experto en logística, recién divorciado, con dudas en el alma y que por esos azares del destino llega a trabajar en el edificio, no solo para proveerlo de materiales, sino también de especímenes vivos rescatados de diversos rincones del mundo.

Y en tercer lugar conoceremos a Jim, un exmilitar convertido a fiero ecologista. Caza humanos y celebra sus trofeos con copas de champagne. Es un cuarentón que no tiene tiempo para el amor, pero la aparición de una chiquilla de veintipocos sembrará un campo de confusiones en su cabeza.

Arquitectura, tecnología, ecología y romance. De eso está llena esta novela. 

Uno de los planos que usé... 
En cuanto a su desarrollo, pues confieso que no me tomó más de un mes escribirla... supongo que la emoción me llevó a paso rápido. Y esta tiene algo curioso: me obligó a moverme, porque la superficie de cada piso de Astarté mide cuatro hectáreas, así que me fui a Google Earth, busqué la zona de Cali donde vivo –barrio La Campiña, cerca de Chipichape- y dibujé la circunferencia completa. Acto seguido, amarré a mi perro Lorenzo, cogí de la mano a mi esposa Astrid… y me fui a recorrer la zona para hacerme una idea. Aprendí que cada piso de Astarté lo puedes recorrer en unos cuarenta minutos, y que en su superficie cabe tanta vida que de verdad que valdría la pena construirlo…

Y también dibujé… me hice un plano para entender el edificio, y metérmelo bien en la cabeza.

En ocasiones, esto de escribir hace que el cerebro trabaje horas extras…

En cuanto a la portada, es sencilla y sin muchos adornos. Para ella usé material gratuito de Pixabay y de DeviantArt, mis nuevas cavernas de exploración. 

Este es el link para los interesados:


Disfrútenla!!!




Pesadilla en Damballa Bells; mi obra más retorcida

Ya he mencionado que en cualquier lado hay historias ocultas. Una revista, una película, un recorte de periódico, una parada en el semáforo, el supermercado… en todos lados hay material. Solo falta ojo y cabeza para encontrarlo. Stephen King explica que cada novela es como una reliquia arqueológica, está ahí, enterrada y oculta, a la espera de que alguien la desentierre.

En este caso, fue una serie de History Channel y otra de Discovery Turbo, las que pusieron los engranajes de mi cabeza a funcionar.

La primera es “American Pickers”, o en español: “Cazadores de tesoros”, con Mike Wolf y Frank Fritz, una serie que muestra a estos dos comerciantes de antigüedades que viajan por el sur de los Estados Unidos en busca de artefactos olvidados de la historia americana, ocultos en graneros o sótanos. Soy merodeador y chatarrero, me encanta esculcar y hallar cosas entre los rebrujos y las chatarrerías –lo que me pone en muchos problemas con mi esposa–, así que la serie me atrae como pocas.



La otra serie, la de Discovery Turbo “What's In The Barn”, o Cazador de reliquias”, que sigue el mismo formato, donde Dale Cramer recorre el país a la caza de motocicletas antiguas. Me apasionan las Indian de mediados de los veinte, y las Harley de los treinta, así que una serie como esta no podía menos que llamar mi atención.



Y como la ciencia ficción se basa en la pregunta “¿Y sí…?”, pues yo me pregunté: ¿Y si en lugar de un granero lleno de tesoros encuentras un granero repleto de cosas malignas?

El resultado es Pesadilla en Damballa Bells, una retorcida novela que narra la fallida aventura de Frank, un cazador de reliquias ambicioso, que sueña con lo mismo de todos los cazadores de tesoros del mundo: encontrar aquel objeto que te dará libertad económica. El tipo llega a Damballa Bells, una mansión victoriana encajada en medio de los pantanos del sur de Luisiana, y claro que encuentra tesoros, fabulosos y que lo convertirán en un requetemultimillonario… pero el tipo, debido a su ambición, olvida que de eso tan bueno no dan tanto, y por eso no ve el lado peligroso del asunto.

A lo largo de la novela asistiremos a los retorcidos encuentros de Frank y sus amigos, a su caída, y los veremos aprender de pecado y ambición.

Es una novela con mucha perversión de por medio, hay drogas, sexo, malos olores y muebles polvorientos. Por supuesto, no la recomiendo a menores de edad, y tampoco a personas mojigatas.

Parece que todo lo que publico con Luisiana como escenario, siempre tiene algunos alambres retorcidos.

La portada es sencilla, y para ello usé un buscador de imágenes gratuitas y descargué algunos pinceles para Photoshop de la maravillosa DeviantArt, una página con la que todos los escritores deberíamos contar, no solo por lo inspiradora que resulta, sino por la cantidad de herramientas que algunos diseñadores ofrecen gratuitamente.

Este es el link de Amazon.com:

Amazon.com "Pesadilla en Damballa Bells" 

Ahí vamos!!!

Los Pasteles de Coco... una novela con cupcakes, fresas y un marinero antipático

Recuerdo que esta novela surgió más como un ejercicio literario que como un proyecto de publicación. Elegí un escenario, unos protagonistas, y decidí escribir desde dos puntos de vista: por un lado, uno general en tercera persona, que narra las aventuras y fantasías de Coco, la astuta pastelera; por otro lado, se narra en forma de diario, en primera persona, la visión del capitán Hixson, marinero experimentado y frío, que a lo largo de la historia es quien produce tanta ira y frustración en la pobre Coco.

Mi idea era seguir una de las enseñanzas básicas de los escritores de verdad: “Escribe a diario”, así que obedecí y empecé a narrar esta historia. Dudé en pasársela a mi esposa para que la revisara, pero era 2014, y había poco material y ella reclamaba algo para leer. Le pasé el borrador, y al rato la escuchaba reírse de cada una de las retorcidas fantasías de Coco. Se devoró la novela en dos días, y eso porque andábamos ocupados con otros asuntos, pero la volvió a leer… y volvió a reírse…

Y la leyó incluso una tercera vez… y una cuarta… y rogaba porque el producto apareciera en las páginas de Amazon cuanto antes.

Sin embargo, soy cuidadoso, así que no publico si una novela no ha sido revisada por al menos tres personas más. En este caso, le pasamos el borrador a Erika Ramírez, y también a Luz Adriana Rojas. Las dos concordaron en las sonrisas y las carcajadas, aunque con Adriana tuve problemas, pues estábamos en la oficina, y no podíamos parecer ociosos.

El caso es que las tres se encariñaron de la historia, se enamoraron del antipático capitán y aplaudieron las iras y desdichas de Coco.

Y el resultado es una novela hermosa, repleta de azúcar, crema y especias.

En cuanto a la portada, pues confieso que ha sido una de las más difíciles… tantas ideas, tan poco material gratuito… más de una vez estuve tentado a pasar la tarjeta de crédito para comprar imágenes, pero hay un problema, que en mi caso por ahora no tiene solución. Se trata de esa curiosa singularidad en la que un escritor Indie no gana el dinero suficiente como para pagar sus propias portadas. No me llamen tacaño, es solo que la filosofía INDIE implica que hagas todo tú mismo. 

Miren mi cruel ejemplo: “Los secretos de Old Cap: McLelland”, mi segunda publicación, que ya anuncié hace bastante. En ese caso, encontré una buena diseñadora de portadas en DeviantArt y le pagué 150 dólares para que me elaborara la portada del libro para Kindle. Si el libro se vende a 0.99 dólares… con unas regalías del 35%... ¿Cuántos libros deberé vender para amortizar ese gasto? La respuesta precisa es MUCHÍSIMOS. Y ese no es mi libro más vendido…

Desde ese instante, decidí aprender Photoshop y dejarme de bobadas. Material gratuito hay a montones, pero advierto que si algún día puedo, pagaré por cada portada, porque ese es el trabajo más complicado de elaborar ebooks uno mismo. En fin, me gusta el resultado, y la portada se ha ganado bastantes elogios. 

Aquí dejo el link, para los verdaderamente interesados. La dedico a todos los escritores y cocineros frustrados.


Gracias!!!

lunes, 6 de febrero de 2017

NaNoWriMo 2016: Superada!!!!!!!!



Bueno, se logró. “Gané” mi diploma por haber participado en esa locura del NaNoWriMo versión 2016.  Mi obra se llama “PowerPlus: El diablo sobre ruedas” y tardé veinte (20) días en lograr el primer borrador.
Este es mi diploma, convertido a PNG. (Lo que llega es un PDF editable, en el que pones tus datos):



Supongo que más que sinopsis o comentarios sobre el contenido de la novela, lo que importa en este caso es cómo logré escribir más de cincuenta mil palabras en menos de un mes, objetivo primario del concurso.

En mi caso particular, quise exigirme al máximo, por ello, mi promesa era escribir sin tener un argumento claro, así que solo arranqué con una idea que alguna vez tuve sobre una historia relacionada con deportes y pactos diabólicos al estilo del Doctor Fausto. Esperé con paciencia, sin escribir nada al respecto durante el mes de octubre, ni siquiera una lista de personajes. Sin embargo, el cerebro –presionado como nunca- trabaja sin descanso, sin que puedas detenerlo. Así que, a pesar de mantener mis manos quietas, en mi mente ya se dibujaba un argumento, una trama y tal vez hasta un final. Mi cerebro y yo discutimos bastante, y mientras yo me distraía con otras cosas, él seguía pintando escenas y conflictos.

Por fortuna para mí, Octubre fue un mes difícil desde el punto de vista laboral. La empresa para la que laboro comenzó un trámite que daría con el despido de un montón de gente, y se suponía que yo estaba en esa lista. Mezclen la presión de una competencia literaria de resistencia y el miedo a perder el empleo, y tendrán una sopa fabulosa que no ayuda para nada a escribir.

El treinta y uno de octubre estaba nervioso, ya me había inscrito en el grupo de Facebook y también en el de WhatsApp. Como siempre, te imaginas que los demás son mejores que tú, que tienen mejores ideas, con mayor experiencia… y sabes que todo eso es ABSOLUTAMENTE CIERTO… Escuchas que la gente se prepara con listas de música, con chocolate, con actividades diferentes a escribir, que hacen yoga, que se ponen piedras calientes en la espalda, que acomodan el escritorio alineándolo con Júpiter y Saturno, que evitan las comidas grasosas –o que aumentan su consumo-, que clausuran su vida sexual –si la tienen-, o que se van a retiros espirituales o que tienen una caverna en algún paraje lejano para escribir en calma…

¿Y yo? Acostumbrado a escribir ante un escritorio de oficina, con mi teclado de siempre, mi pantalla grandota… y nada más… ¡Me sentía como el perdedor más grande del mundo! Me tiraba del pelo, caminaba de un lado a otro… y a la vez leía como todos se preparaban, tenían listas, hojas de Excel repletas de escenas, personajes y cronologías. En la página de Facebook leía que tal cual ya tenía lista la magia, que tal otro había dibujado un mapa, que Zutano tenía listas las especies o que Fulano había armado los reinos…

¡Demencial! ¿Cuánto tiempo había perdido? Yo solo sé sentarme ante mi pantalla y escribir… en el escritorio solo tengo un mug para mi café, y nada más… ¡Ni siquiera una estampita de la virgen!

Aquí es donde escribo... ya me toca cambiar...

Y el primero de noviembre llegó. Arrancó temprano, como cualquier carrera de “trail running”, la gente celebró, arrancó a teclear y a beber gaseosa, té helado, licor y comer barras de chocolate. Yo, por mi parte, me serví café y comencé a elaborar una lista de personajes –siempre empiezo por ahí-. Los nombres me parecen fundamentales, así que dediqué una media hora a este asunto. Luego enmarqué la historia en los años veinte, en Boston, Massachusetts, así que tuve que googlear por imágenes de esa ciudad en aquella época.

Y luego, a eso de las siete de la mañana, comencé a escribir. Sé que tenía la mirada triste, porque imaginaba que mientras yo apenas empezaba, otros ya debían estar pensando en la portada…

Seguí en calma. Para el mediodía tenía en mi cuenta más de dos mil palabras –muchas más, pero no diré cuantas-, y decidí parar. Mi meta diaria es justamente de dos mil, y cuando llego a esa marca me tranquilizo. Hice un cálculo breve, y a dos mil por día, tenía que lograrlo.

Dediqué la tarde a la portada y a trabajar un poco…

Los días 2, 3 y 4 fueron lo mismo, y creo que sumé más de diez mil palabras.
Entonces, todo se fue al carajo. La empresa colapsó, y la siguiente semana fue una locura de despidos y conflictos sindicales. Yo no firmé, porque mis jefes decidieron contar conmigo para apagar las luces. Pensé que la semana iba a continuar como si nada, pero la verdad es que no pudimos trabajar en forma. Nos enviaron a casa, a esperar ordenes… y yo pude aprovechar para escribir en la calma e intimidad de mi hogar… bueno, solo si mi perro me lo permitía, y la cantaleta de mi esposa me daba espacio.

Para el quince de noviembre había superado la meta. Y terminé el veinte de noviembre, con más se setenta mil en mi cuenta. Tuve tiempo de leer mi borrador, de corregir estilo y ortografía y el veintidós de noviembre se lo pasé a mi primera lectora: mi adorada esposa.

¿El resultado? Pues que no le gustó… la historia es sobre un joven motociclista que en los años veinte debe recurrir al diablo para hacerse un nombre en el hall de la fama del mundo de la velocidad, y para ello le arruina la vida a un montón de gente. A mi esposa no le llama la atención el mundo deportivo, y mucho menos las motos, aunque el trasfondo de la historia le pareció interesante. Su declaración fue: “Interesante, bien contada, pero no es mi genero…”.

A mí, la historia me parece buena, aunque debo reconocer que puede ser algo predecible, aunque el final te deje boquiabierto. La revisaré más adelante, porque una cosa es segura: va a publicarse en Amazon, esa es una promesa. Me vale hongo que no se venda, es mi primera novela NaNoWriMo, y quiero presumirla.

En resumen: no me pareció tan complicado, pero entiendo que no es una competencia fácil. Eso debe quedar clarísimo.

Dos cosas debes tener en cuenta antes de decidirte a participar: la primera es que si te gusta escribir, si es tu pasión y eres disciplinado, cincuenta mil palabras no son nada. La segunda, y la más importante, es que lograr una novela de cincuenta mil palabras no te convierte en un buen escritor. De hecho, puede llegar a ser contraproducente, porque en esto de las letras, cantidad no es equiparable a calidad. Ojo con eso. En mi caso particular, debo reconocer que mi obra no es, ni pretende serlo, un producto de calidad. Es un cuento largo, incluso entretenido; pero está escrito sin preparación, y al final eso se refleja. Sé que mi esposa quedó decepcionada, y que a diferencia de otros de mis libros, no va a leerlo por segunda vez. Ella es una dura crítica, y he aprendido a reconocer cuando uno de mis productos en verdad la enamora.

¿Volveré a participar? Sin duda, pero no con tanto entusiasmo, sino como ejercicio literario. Y la próxima, si sale mediocre, no la pienso publicar.

¿Mis recomendaciones? Aquí van:

-Dejen tanta bobada y preparación, el escritor no necesita de planes para escribir. Sus herramientas son un cerebro despierto, una tenue idea, manos agiles y algo en qué escribir.

-Busquen ideas y anótenlas. Siempre anótenlas. ¿Odias el papel y el bolígrafo? Excelente, usa el block de notas de tu Smartphone y escribe ideas. Ideas hay en todos lados, Stephen King dice que los escritores son como arqueólogos, que desentierran ideas de cualquier hueco.

-Escriban a diario, sin importar si es noviembre o enero, o marzo o agosto. Me molestó eso de oír que algunos escribían un párrafo diario por falta de tiempo. Yo trabajo como ingeniero de sistemas en una siderúrgica, y lo que menos tengo es tiempo. Pero en lugar de perderlo charlando o mirando al vacío, me la paso escribiendo. Es fantástico, porque todos creen que te matas trabajando, cuando lo que en realidad haces es pintar universos. Tiempo para escribir SIEMPRE hay. El que diga que no, es porque ama procrastinar. Si eres escritor, entones AMAS escribir.

-Escribe en donde sea… ya no hay excusa. No me voy al extremo de pedir que escribas en un cuaderno, sé que los mejores usan papel y lápiz, pero considero que la tecnología debe aprovecharse, y si careces de laptop, seguro que si tienes Smartphone, y ahí puedes escribir. En lugar de mandar mensajitos de Whatsapp, escribe historias… ¡Fácil!

-Por último: escritor es todo aquel que escribe. Sencillo. No tienes que ser un bestseller o un premio Nobel para ganarte ese título. Tampoco necesitas publicar. Solo necesitas ESCRIBIR.

-¿Eres buen escritor? ¿Eres mal escritor? La pregunta no es esa, la pregunta es: ¿A quién le importa? Tú solo escribe, y disfrútalo, crea universos, crea y vive otras vidas, eso es lo que hacen los escritores.


Es todo… tal vez me pasé de soberbio, lo siento. Perdón por eso…