lunes, 1 de octubre de 2012

Segundo Capitulo de la Expedición Grancolombia 1938

Continuamos con la aventura, en esta ocasión se trata del segundo capitulo, donde se establece un preámbulo a la historia. Tal vez parezca extraño, pero no quería dar todos los datos en el primer capitulo. Aquí vamos!!


II


En esos días, el presidente de La Grancolombia, Eduardo Santos, estaba en pugna contra la gente del estado de Venezuela, quienes buscaban independizarse del País. El tema estaba en el aire y no muchos estaban de acuerdo en ceder territorio a los belicosos venezolanos, quienes deseaban fervientemente convertirse en un país hecho y derecho. Sin embargo, existía una separación muy notable entre el estado de Boyacá y el estado de Venezuela. Se trataba de una zona oscura llamada “Apure”, difícil de sortear por tierra pues su actividad feérica era una de las más intensas del mundo. Infinidad de seres y portales dimensionales poblaban esta zona, y el peligro de atravesarla la convertía en una frontera natural que dividía el norte de la Grancolombia en dos mitades. Esta zona oscura constituía el principal argumento de Venezuela para luchar por su separación. Increíblemente, esta región tan rica en especímenes feéricos, nunca fue el objetivo de la Universidad de Miskatonic.
La Grancolombia poseía tres zonas oscuras, lo que la convertía en uno de los pocos países con tanta actividad feérica. Algunos eruditos consideraban que el choque entre las tres placas tectónicas tenía mucho que ver en esto. La primera zona era la ya mencionada del Apure, la segunda el Centro del Cauca y la ultima el Norte del Azuay. La expedición de la Universidad de Miskatonic en 1928 se había llevado a cabo en la segunda zona: el Centro del Cauca. Esta demostraba una actividad no solo anormal, sino más bien diabólica. Varios eruditos de Miskatonic concordaban en que posiblemente allí había un portal similar al hallado tiempo atrás en la Antártica. Si esto era cierto, los humanos alguna vez podrían viajar a una dimensión paralela a la nuestra, la que algunos conocían como el “reino de R’lyeh”.



El centro del estado del Cauca era una zona prohibida. En su periferia había varias guarniciones militares que impedían el tránsito aéreo o terrestre por la zona. Sin embargo, cazadores furtivos se sumergían en aquellas junglas para atrapar pequeñas hadas para venderlas en el mercado negro. Estas abundaban en los costados del enorme río Atrato, pero también otros seres maléficos y peligrosos que no estaban bien catalogados. Algunas sirenas de agua dulce habían matado a campesinos descuidados y se sabía de bichos cuyas emisiones sonoras habían hecho estallar la cabeza de más de un cazador. El río era un motor eficiente de leyendas y mitos. Y Miskatonic deseaba descubrirlos todos.
Durante la primera expedición en La Grancolombia, Miskatonic había descubierto que algunos de los seres endémicos de la zona eran irregularmente fuertes. Los Mohani, las Madres de Monte y las Madres de Agua tenían rasgos que no concordaban con la fauna feérica conocida y según las recopilaciones hechas en la región, los rasgos indicaban una procedencia transdimensional que merecía más estudio. Para develar el misterio se enviaron dos equipos, uno compuesto por arqueólogos y otro por especialistas feéricos. El primer equipo se separó y se trasladó a la laguna de Guatavita, Estado de Cundinamarca, de donde se originaba la leyenda del Dorado. El segundo viajó a la zona denominada Quibdó, en el centro del Estado del Cauca. Este último envió varios ejemplares muy valiosos de hadas venenosas de selva húmeda que no se conocían y cuyo rasgo particular eran los tentáculos que reemplazaban a las extremidades. Estas hadas ápteras deambulaban entre la maleza y rara vez se dejaban ver, pero hallar una de ellas por accidente significaba una muerte segura, ya que su agresividad y su cuerpo carente de alma las convertían en peligrosos rivales. También se hallaron crías de un ser desconocido en dos lagunas de la región, las cuales aun están sin identificar. Nuevamente se trata de seres con rasgos de cefalópodo que merecen más estudio.
Otro espécimen hallado en la región y que lamentablemente solo se conserva en las fotos que alcanzaron a enviar los científicos en el primer y único embarque, era el cadáver de un “Obispo de mar”, ser intelectualmente compatible con los humanos, pero cuyos rasgos ictiológicos lo convertían en una amenaza para los campesinos de la zona quienes armaban absurdas cacerías para eliminarlos. Uno de estos seres había entablado contactos con científicos rusos años atrás y les había mencionado a la ciudad de R’lyeh. Fue quien explicó el origen transdimensional de los “ictios” de R’lyeh. Aun no se establecía si la fauna feérica de todo el mundo tenía su origen en esa dimensión pero muchos creían que sí. Más adelante descubrirían que cada planeta tiene sus propios seres “elementales” y que no siempre son compatibles interdimensionalmente.
La emoción de Miskatonic ante estos descubrimientos pronto se vería nublada por la desaparición de los científicos que participaron en la expedición. Solo sobrevivió un Capitán de Navío llamado Rafael Umaña.
Este hombre había logrado salir de la espesura con horribles heridas que poco a poco consumían su vida. Sin embargo, y afortunadamente para él, sobrevivió hasta saber que no moriría en soledad. Fue rescatado por la primera comisión en 1929 pero no pudo ofrecer ninguna explicación coherente ni dar ningún detalle de la expedición. Cayó en coma y murió presa de horribles convulsiones.
Los eruditos grancolombianos decidieron cerrar la zona. Sin embargo, en Miskatonic deseaban una revancha. Pasaron diez años hasta que el gobierno grancolombiano finalmente aceptó una nueva expedición a la zona, la cual tenía dos objetivos: el primero era descubrir el destino de la primera expedición. El segundo, completarla. Esta vez contarían con nuevas tecnologías para garantizar la seguridad de todos. Y también debían contar con la participación de gente con experiencia en la zona.
Se había elegido a John Radek como primer miembro de la comisión. Él estaría encargado de establecer contactos con el gobierno, recibir los equipos, contratar al personal asistente y organizar la expedición. Sin embargo, había un problema gigantesco: nadie sabía por dónde empezar, la única persona que había sobrevivido estaba enterrada en una tumba y no había revelado nada antes de su muerte.

Radek debía lograr un contacto con Umaña a toda costa, aun si el precio implicaba que los eruditos de Miskatonic aceptaran las abominaciones del desaparecido Herbert West. 

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